Un agente económico es un actor y tomador de decisiones económicas, pero ante todo es una persona y, como tal puede verse influenciado por sus emociones para bien o para mal. Un gestor de carteras, que un sábado se indigna si su equipo de fútbol favorito pierde, es el mismo que el lunes realiza una operación en Bolsa.
Pero, ¿es posible que una persona sea capaz de dejar de lado sus emociones y actuar fríamente en las operaciones económicas que realiza? Pues bien, según los expertos, la elección de una decisión, ya sea decidir la ropa que te vas a poner ese día o, saber cuál es el momento adecuado para invertir tus ahorros, se ve afectada por diversos factores y, uno de ellos son las emociones.
Por ello, es fundamental conocer bien su impacto en el comportamiento humano en las decisiones financieras. Aunque, en general, es muy importante saber cómo influyen las emociones en nuestras decisiones, para así, poder aprovechar sus efectos positivos y disminuir los negativos.
Según una investigación financiada por Schroders, en la cual han participado más de 2.000 asesores financieros, existen 5 grandes debilidades emocionales: el recuerdo, el afán de recuperar lo perdido, la falsa sensación de seguridad, el exceso de confianza y dejarse llevar por la masa.
En cuanto a la primera debilidad emocional, llamada “el recuerdo”, es provocada por la existencia de importantes pérdidas en el pasado. Por su parte, el afán de recuperar lo perdido se suele observar en periodos de crisis del mercado y consiste en vender rápido inversiones que se están revalorizando o, por el contrario, mantener durante mucho tiempo las que están bajando. En lo que se refiere a la ficticia sensación de seguridad, un buen ejemplo de la misma sería la preferencia de inversiones locales, a pesar de tener una menor rentabilidad y una mayor volatibilidad que las inversiones de índole internacional que tienen los agentes financieros a su alcance. Asimismo, muchos gestores de carteras son vulnerables, porque confían demasiado en sí mismo, en sus conocimientos y habilidades. A menudo, los agentes prefieren guiarse por las decisiones que ha tomado la mayoría de inversores, en lugar de confiar en sí mismo para la elección de su decisión.
Por naturaleza, nuestra racionalidad es limitada y no somos capaces de procesar toda la información que tenemos a nuestro alrededor. No obstante, la actividad en los mercados bursátiles de los agentes que tienen una capacidad cognitiva mayor es mejor.
Asimismo, está demostrado que los agentes que tienen una mayor cultura financiera saben identificar mejor tanto su comportamiento subjetivo, como el de sus clientes y el resto de gestores financieros. De modo que, a este perfil de gestores, les resulta más fácil evitar que sus decisiones financieras se vean afectadas de forma negativa por algunos sucesos en su vida personal.